La plaza General Humberto Delgado de Oporto está casi desierta hoy. Solamente un hombre sentado en un banco leyendo su periódico. Alrededor pájaros. Los adoquines forman dibujos perfectos en el suelo.Nos gusta perseguir los pichones para verlos levantar el vuelo. Mientras jugamos Vincenzo saca su foto : dos pichones levantan el vuelo y sus sombras negras que se reflejan en el suelo parecen pintadas. Las sombras son las protagonistas de la foto, la huella del vuelo único elemento de fuerza en la imagen.
En primer plano todo es muy definido. El fuerte contraste del blanco con el negro y el gris. Las líneas muy marcadas de los adoquines, que se pierden en el segundo plano. La plaza parece más grande, más espaciosa gracias a la toma desde el bajo. Los árboles en el fondo son una mancha negra. A la derecha un hombre marcha solitario. Una nube en el cielo y todo se queda en este silencio mirando el lento vuelo de los pichones.
La Ribeira es un encanto de colores. Barcos, “rabellos”, restaurantes, gente y, para cruzar el río, el imponente puente de hierro.Oporto es una ciudad vivaz y colorada. En la foto la pared blanca de un edificio y su ventanilla: el vidrio levantado para dejar pasar el viento , la cortina blanca bordada por mitad fuera y por otra mitad dentro en la intimidad de la casa. También aquí las líneas son muy marcadas, precisas y todo parece perfectamente escuadrado. Blanco y negro a la izquierda.
En segundo plano a la derecha el puente de hierro, casi desenfocado, que pierde así su fuerza. De hecho la protagonista es la ventanilla, que suscita la atención y la curiosidad de quien mira la foto. La cotidianidad es el elemento principal. Una imagen ésta que me encanta, por la calma la precisión y la estabilidad. Un juego de líneas que se cruzan perfectamente y la composición es precisa y al mismo tiempo natural e íntima.
